Empresarios concertando en Miraflores y empresarios remarcando precios: 2 videos de una realidad
Por: Clodosvaldo Hernández
Las redes sociales funcionan como un crisol donde van a parar -de manera en apariencia caótica- los diversos hechos y opiniones, y al quedar juntos, a veces se amalgaman armoniosamente, mientras en otras ocasiones producen reacciones peligrosas y hasta explosivas.
Un ejemplo de este último caso es cómo aparecen en Twitter uno tras otro los siguientes videos del mismo día o de días consecutivos: en uno se ve a un nutrido grupo de empresarios, directores y gerentes de cámaras y asociaciones patronales, conciliando con el presidente Nicolás Maduro y las autoridades económicas del país en Miraflores; en el otro se observa a un grupo de empleados de una gran cadena de supermercados recogiendo a toda prisa las mercancías que estaban expuestas en las neveras y anaqueles para remarcar los precios, al alza, faltaría más.
Los dos testimonios audiovisuales, el primero transmitido en cadena de radio y televisión, el segundo tomado por cámaras indiscretas muy propias de estos tiempos, se topan en el ojo y en la mente del observador y allí estallan ruidosamente.
Son la expresión de los trechos que hay entre los dichos y los hechos. Son otra muestra de que tenemos un sector privado que cuando está abiertamente en guerra con el gobierno tira a matar contra el pueblo y cuando está en relativa paz, también.
Alguien podrá decir que la manifestación de los gremios que aceptaron retratarse en grupo con el presidente constitucional y sus ministros representa una postura institucional del empresariado, en tanto la acción del supermercado puede ser considerada aislada. Sería chévere creer esto, pero no es cierto. Tristemente esa actitud de rapiña ha sido el factor común de casi todo el sector privado, desde los chinos del abasto de la esquina hasta los magnates que salen en la lista de Forbes.
Lo irónico en este caso es que hayan sido dos episodios casi simultáneos: por un lado, la representación corporativa de la burguesía nacional dialogando con el presidente en forma ejemplarmente democrática. Por el otro, las fuerzas siniestras de siempre disparando la cotización del dólar, y el empresariado en general lanzándose sobre el público consumidor en manada como hienas hambrientas.
La simultaneidad de los eventos hace pensar que algunos de los empresarios asistentes al palacio estaban allí, de paños y manteles con el alto gobierno y, al mismo tiempo, estaban girando instrucciones por WhatsApp a sus empleados: “Cierren temprano, guarden todo y remarquen precios esta noche. No importa si tenemos que pagar horas extras” (Piensa mal y acertarás, decían los periodistas de la vieja-muy vieja guardia).
¿Se puede conciliar con un sector privado que se comporta de esta forma? ¿Es posible llegar a acuerdos viables con una gente que sube los precios cuando sube el dólar; sube los precios cuando baja el dólar y sube los precios cuando se estabiliza el dólar? No sé. El crisol de los videos en las redes sociales parece indicar que no.
Los conocedores del quehacer empresarial dicen que se trata de movimientos innatos de protección. Quien no los haga corre el riesgo de quebrar en un plazo muy corto, porque el que vende al detal debe pagar al precio que diga el mayorista y es por esos que “los pobrecitos dueños del supermercado” tienen que ordenar algo tan vergonzoso y aparentemente delictivo como ese “remarcaje nervioso”. No lo discuto, pero ese argumento se desploma cuando la divisa estadounidense se estabiliza o baja y los precios al público siguen en ascenso.
En fin, volviendo al asunto de los dos videos, parece inevitable concluir que la disposición a remar hacia el mismo lado que el gobierno, declarada por los elegantes invitados a Miraflores no aguanta un te quiero en el oído de los conspiradores del dólar. ¿O será que son, más o menos, la misma gente?
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